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Cuando me llevó allá, vi un hombre que parecía ser de bronce. Llevaba en su mano una cuerda de lino y una vara para medir; estaba de pie junto a la puerta. El hombre me dirigió la palabra:

— Hijo de hombre, observa bien, escucha con atención y pon interés en todo lo que te voy a mostrar, pues te he hecho venir aquí para mostrarte algo; luego transmite a los israelitas todo lo que veas.

Vi un muro que señalaba el perímetro exterior del Templo. La vara de medir que tenía el hombre en la mano tenía una longitud de tres metros; con ella midió la construcción: tres metros de ancho y otros tres de alto.

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